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Francisco Saffie, autor de una comentada serie de columnas sobre mitos y medias verdades de los impuestos en Chile, explica que con la reforma tributaria aprobada, el impuesto a la renta, “el mecanismo más importante de corrección de las distribuciones del mercado, se ha transformado en letra vacía y ha perdido toda legitimidad en el discurso político”. Saffie revela que con esa misma lógica se actuó para que Codelco llagara a conciliación con Anglo American: “con tal de mostrar a un gobierno “ganador” renunció al cobro de los impuestos que correspondían. Eso es lo que supone la ‘cláusula política’ que se incluyó en ese acuerdo. Según esa cláusula, la venta bajo el precio de mercado de las acciones no sería tasada por el SII y tampoco se cobrarían los impuestos que deberían corresponder (35% y no el 20% que se está cobrando). ¿Pero para qué fijarnos en nimiedades?”.
La modificación tributaria aprobada en el Congreso marca la muerte del impuesto a la renta en Chile. El mecanismo más importante de corrección de las distribuciones del mercado se ha transformado en letra vacía y ha perdido toda legitimidad en el discurso político. Pero no sólo eso, la aprobación de esta modificación tributaria dejó al descubierto que en nuestro país la política está mal herida. Cuando algunos abrigábamos la esperanza de que la política podría volver a tomar la posición que le corresponde en una democracia representativa, como se supone es la chilena, la acción de la llamada “oposición” nos muestra lo contrario. Hoy vivimos en un Chile en que predominan los ideales y las instituciones de la derecha.
Los impuestos han muerto porque los hemos reemplazado por “exacciones” y “multas”, mientras que las rentas generales de la nación han sido reemplazadas por simples “flujos de caja”.
“Hoy no hay criterio de justicia que determine la estructura tributaria del país ni la aplicación de la ley. No hay justicia en esta materia porque para una modificación tributaria bastan argumentos financieros para mostrar que las arcas fiscales aumentarán. Todo vale por un puñado de dólares”.
“Exacciones” (“cobros injustos y violentos”), porque qué otra cosa pueden ser los impuestos cuando se entiende que el propio Estado, y nuestros representantes, crean “alivios para la clase media” al disminuirlos. Si el 82% de quienes reciben renta en Chile no pagan impuestos porque sus ingresos son muy bajos, ¿a quiénes se busca aliviar? La respuesta es evidente: al 18% que triunfa en el mercado, a quienes creen que pagar impuestos es equivalente a ser esclavo. Y por eso el Estado busca “aliviarles” esa carga. ¿Alguien realmente cree que en Chile uno se vuelve “esclavo” al pagar lo poco que se paga en impuestos a la renta?
“Multas”, porque en lugar de exigir contribuciones al erario fiscal en base a una concepción de justicia, se aumenta el dinero disponible del Estado castigando a los fumadores.
Todo esto ha llevado a que las rentas generales de la nación, que entre otros factores se componen de impuestos, han sido reemplazados por “flujos de caja”. Hoy no hay criterio de justicia que determine la estructura tributaria del país ni la aplicación de la ley. No hay justicia en esta materia porque para una modificación tributaria bastan argumentos financieros para mostrar que las arcas fiscales aumentarán. Todo vale “por un puñado de dólares”. No nos llamemos a engaño; en Chile, después de este perfeccionamiento no han aumentado los impuestos, sólo aumentó el “flujo de caja” temporal del Estado. Los impuestos a la renta bajaron y sólo aumentó el crédito que los particulares dan al Fisco (el impuesto de primera categoría) y las multas a los fumadores, pero los impuestos no aumentaron. Los impuestos a la renta disminuyeron.
“No nos llamemos a engaño; en Chile, después de este perfeccionamiento, no han aumentado los impuestos, sólo aumentó el “flujo de caja” temporal del Estado. Los impuestos a la renta bajaron y sólo aumentó el crédito que los particulares dan al Fisco (el impuesto de primera categoría) y las multas a los fumadores, pero los impuestos no aumentaron. Los impuestos a la renta disminuyeron”.
Pero esto ya no debería sorprendernos, porque en Chile también hay injusticia en la aplicación de la ley tributaria. Así ocurrió en la tan celebrada conciliación entre Codelco y Anglo American (AA). En este caso, con tal de mostrar a un gobierno “ganador”, se renunció al cobro de los impuestos que correspondían. Eso es lo que supone la “cláusula política” que se incluyó en ese acuerdo. Según esa cláusula, la venta bajo el precio de mercado de las acciones no sería tasada por el SII (según la ley debería haber vendido al menos a precio de mercado, lo que aumentaba los impuestos que Anglo American debería pagar), y tampoco se cobrarían los impuestos que deberían corresponder (35% y no el 20% que se está cobrando).
¿Pero para qué fijarnos en nimiedades? ¿A quién podría importarle que no se cobren los impuestos que corresponden si igual aumenta “el flujo de caja” del Fisco y nos quedamos con un activo? ¿A quién podría importale el principio que exige la igual aplicación de la ley? Claramente no a este gobierno. Eso es también lo que ocurre con las medidas “anti-evasión” que se aprobaron en la reforma. Esas medidas, en resumen, buscan asegurar que quienes no tienen recursos para contratar asesorías tributarias para eludir impuestos, no puedan hacer lo mismo que hacen quienes sí pueden: evitar el “daño” de los impuestos. En Chile sólo pueden evitar las “exacciones” aquellos que eluden y aquellos a los que se les rebajan sus impuestos.
Con todo lo que hemos visto hasta ahora y el proyecto que se aprobó, no puede quedar duda alguna: no se trata de una reforma tributaria ni se han establecido las medidas que se necesitan para que se paguen los impuestos que corresponden. Todo lo contrario; se disminuyeron los impuestos, se perfeccionó el sistema vigente y con reglas “anti-evasión” como las que se aprobaron, aumentará el uso de las mismas para evitar el pago de impuestos. Pero qué importa, eso es lo que el gobierno buscó y eso es lo que la autodenominada “oposición” aprobó.
“Cuando algunos abrigábamos la esperanza de que la política podría volver a tomar la posición que le corresponde en una democracia representativa, como se supone es la chilena, la acción de la llamada “oposición” nos muestra lo contrario. Hoy vivimos en un Chile en que predominan los ideales y las instituciones de la derecha”.
Que la política está mal herida queda demostrado por la acción de la “oposición”. Temerosos frente al discurso que se ha instalado en Chile, según el cual quienes defienden ideas distintas a las del gobierno son “obstruccionistas”, no supieron, no quisieron o fueron incapaces de mostrar que esta reforma terminaría con el impuesto a la renta en Chile.
¿Fue “obstruccionista” la derecha cada vez que se negó a cambiar el sistema binominal? ¿Qué ocurriría si a este gobierno se le ocurre cambiar el sistema político para que, en lugar de tener representantes del pueblo, se designaran “técnicos en políticas públicas” que actúen conforme a lo que las encuestas señalan? ¿Serían “obstruccionistas” quienes se oponen a esa idea? ¿O es que acaso en Chile ya no hay espacio para quienes tienen diferentes ideas políticas? La “oposición” ha dejado de ser tal y con tal de no ser “obstruccionista” ha aprobado políticas de derecha.
El gobierno logró que se aprobara un perfeccionamiento tributario y que no quepa duda: se trata de un triunfo político de la derecha. El perfeccionamiento tributario es una profundización del legado de políticas que buscan incentivar el interés individual por sobre el interés colectivo. El perfeccionamiento del neoliberalismo según el cual sólo su esfuerzo personal es el que justifica que usted tenga lo que tiene, en que su única preocupación ha de ser ganar a su competencia en la distribución del mercado. Sólo usted es responsable de su vida y la de los suyos. Como si aún viviéramos en la guerra fría, en Chile se cree que el interés individual es incompatible con el interés general, que los impuestos son un atentado a la propiedad privada. Esto explica que en Chile después de casi 30 años de discurso político torcido, los impuestos hayan muerto.
“Esto ya no debería sorprendernos porque en Chile también hay injusticia en la aplicación de la ley tributaria. Así ocurrió en la tan celebrada conciliación entre Codelco y Anglo American (AA). En este caso, con tal de mostrar a un gobierno “ganador” se renunció al cobro de los impuestos que correspondían. Eso es lo que supone la “cláusula política” que se incluyó en ese acuerdo”.
El perfeccionamiento fiscal que se aprobó con apoyo de lo que hoy se autodenomina “oposición”, no es sino muestra que en Chile no existe una idea política capaz de contrarrestar la hegemonía del discurso neoliberal. Aplicada a la educación pública, esta idea es la que justifica que el Estado deba dar un “credito tributario”, que no es más que disminuir aún más los impuestos a la renta. Un crédito tributario de cien mil pesos por hijo para una persona que gana 1,5 millones de pesos al mes y tiene 4 hijos, significa que esa persona no pagará impuesto a la renta en Chile.
Todo esto hace suponer que una posible reforma tributaria en la que se busque hacernos más iguales como ciudadanos será imposible. ¿Quién podría pensar que el día de mañana la derecha dará sus votos para aumentar la carga tributaria de los más privilegiados? ¡Si hoy ni siquiera nos preocupa que se paguen los impuestos que corresponden conforme a la ley! Muy por el contrario, pronto escucharemos con más fuerza que la única forma de terminar con las injusticias del impuesto a la renta son: una tasa plana del impuesto a la renta (“flat tax”) y el descuento por gastos en educación, salud y vivienda para todas las familias del país. ¿Por qué sólo la clase media y los más pobres se benefician del no pago de impuestos? Para entonces, no sólo el impuesto a la renta estará muerto, sino también Chile.